-¡Oh sublime insensato¡ -pensaba yo-; ¡tú aprobarías sin duda nuestra empresa¡ ¡Tú nos seguirías tal vez ganoso de encontrar en el centro de la tierra una solución a tu duda sempiterna¡ Mas nada descubrí sobre las antiguas murallas; el castillo es, además, mucho más moderno que el heroico príncipe de Dinamarca