Hice entrar conmigo a Graühen en el despacho del profesor Lidenhrock, y dije a éste: -Tío, ¿está usted decidido, por fin, a que emprendamos la marcha? -¡Cómo¡ ¿Lo dudas aún? -No -le dije: con objeto de no contrariarle-: pero quisiera saber qué le induce a proceder con tal precipitación