A las centelleantes vibraciones del rayo, se mezclan los mugidos espantosos del trueno: un sinnúmero de relámpagos se entrecruzan en medio de las detonaciones; la masa de vapores se pone incandescente; el pedrisco que choca contra el metal de nuestras armas y herramientas, adquiere luminosidad; y las hinchadas olas parecen cerros ignívomos en cuyas entrañas se incuba un fuego en extremo violento y cuyas crestas ostentan un vivo penacho de llamas