El tío Juanito, que sufrió la misma intransigencia de sus padres en sus amores con Dilia Caballero, había resuelto no tomar partido en los amores de su hermana, pero a la hora de la verdad se encontró entrampado entre la adoración de Luisa Santiaga y la veneración de los padres, y se refugió en una fórmula propia de su bondad proverbial: admitió que los novios se vieran fuera de su casa, pero nunca a solas y sin que él se enterara