Cuadrillas de nativos armados con machetes de zafra se echaron a las calles en tinieblas, agarraban el bulto invisible que sorprendían en la oscuridad y le ordenaban: -¡Hable¡ Sólo por la dicción lo destazaban a machete, sin tomar en cuenta la imposibilidad de ser justos entre modos de hablar tan diversos