Desde nuestra sida de Puerto-Graüben, habíame confiado el profesor Lidenbrock la tarea de llevar el Diario de Navegación, anotando en él las menores observaciones, y consignando los fenómenos más interesantes, como la dirección del viento, la velocidad de la márcha, el camino recorrido, en una palabra, todos los incidences de aquella extraña navegación