¡Qué no nos separásemos más¡ Pero, ¿no había terminado el viaje? Y al hacerme esta pregunta, abrí desmesuradamente los ojos, en los cuáles retratóse el espanto; y, observado por mi tío, preguntóme: -¿Qué tienes Axel? -Tengo que hacerle a usted una pregunta